De empleado de una gran compañía a franquiciado de una cadena
Sentarse en el sillón del jefe es la fantasía de muchos empleados. Pero el cambio de rango (de dejar de recibir órdenes a comenzar a darlas) no es tan simple como parece. Más responsabilidades, seleccionar al personal, aprender a delegar o lidiar con los conflictos entre los empleados o contratar los servicios básicos para el funcionamiento de la empresa son algunas de las dificultades más comunes. Aunque también surgen muchas ventajas cuando se pone en marcha un negocio exitoso después de haber estado trabajando para otra compañía.
Se franquiciado es una oportunidad para trabajar en algo que nos gusta, demostrar las habilidades que se tienen y aprender aquellas que se desconocen. Por ello, la fórmula de la franquicia es una de las más efectivas en estos casos, ya que cuando un emprendedor quiere poner en marcha un negocio, en estos casos cuenta con su experiencia anterior y además, con la formación y el asesoramiento que constituye el amparo de una franquicia.
Un directivo efectivo se caracteriza por iniciativa, compromiso, orientación a resultados, sentido de pertenencia, efectividad, responsabilidad y adecuadas relaciones interpersonales. Generalmente, este cambio hacia el liderazgo implica tener personal a cargo y, en este sentido, es clave poder trabajar en equipo para orientar los esfuerzos hacia un objetivo común.
Por otro lado, asumir una posición puede suponer un cambio en las relaciones laborales con personas que estaban en igualdad de condiciones. Por eso, definir funciones y marcar diferencias son vías para posicionarse en esta clase de cargos en los que hay que establecer responsabilidades, mantener una comunicación abierta y dar participación a la gente para que el nuevo jefe no sea percibido como autoritario ni imponente.
Otra de las claves, que también tiene que ver con la inmediatez es poner en marcha las distintas fases de desarrollo de la empresa con rapidez, pero con pasos seguros. La formación de recursos, los encuentros con los directores de otras delegaciones y con miembros del equipo ayudarán a tener más éxito en el papel de directivo.
Por otro lado, elaborar una buena reestructuración de las tareas conseguirá un mayor impacto a la hora de posicionarse en la empresa. Hay que encontrar maneras de ayudar a la empresa a generar ingresos, ahorrar costes o ser más competitivos en el mercado.
Y por último, hay que ser conscientes de que aunque la empresa tenga grandes expectativas, siempre es bueno tomarse algo de tiempo para adaptarse. No se debe olvidar que una vez que se toma la decisión de emprender una franquicia hay que hacerlo habiendo estudiado todos sus pasos, teniendo en cuenta un primer tiempo de adaptación al mercado y debemos ser conscientes de que muchas empresas pueden generar grandes beneficios pero a largo plazo. En este sentido, la paciencia también es una característica clave.
Comenzar con empuje… y mantenerlo. Sobre todo si se reemplaza a un jefe anterior. En el caso de que se ponga en marcha una empresa desde cero, es mucho el camino que se ha de realizar para poner todo en funcionamiento, como nombrar a personal de confianza en cargos de relevancia, contratar, cuando sea necesario, al personal profesional y a los servicios y coordinar el funcionamiento de la empresa. Al igual que los beneficios comenzarán a notarse a largo plazo, este empuje debe ser mantenido en el tiempo.
No sentir culpa al asumir la nueva posición. Sentirse culpable de ser el jefe es algo que suele suceder al principio de la toma del cargo, especialmente cuando se tiene que dar órdenes a los que hasta hace poco eran compañeros de trabajo o tenían una misma situación laboral. Aquí surge la habilidad de la persona para poner límites en una forma que no sea odiosa o artificial. Aunque haya un vínculo de amistad siempre se debe dejar claro que se trata de una relación de jefe a empleado.
Estar siempre presente para los empleados.Un buen jefe debe desarrollar al máximo sus habilidades para escuchar y generar espacios de diálogo y no tener miedo a la hora de orientar, monitorear y evaluar a los empleados. Hay que tener unos objetivos claves y tomar conciencia de que se trabajará por resultados, ya que no sólo es responsable de su tarea, sino de la de sus empleados también.
Evitar errores y aprender de los ya cometidos. Errores de realizar malos diagnósticos del sector y repetir fallos de gestiones anteriores. Además, no hay que confundir autoridad con autoritarismo, no hacer juntas efectivas, no distribuir adecuadamente las tareas y no fijar prioridades.