Últimamente se oye hablar en los diferentes foros donde la franquicia es protagonista de la CALIDAD EN LA FRANQUICIA, y lo escribo en mayúsculas porque si bien al hablar y escuchar es difícil, en ocasiones, diferenciar las mayúsculas y las minúsculas, en este caso les puedo asegurar que el tema que se plantea es de importancia capital, por lo que si algún dibujante de cómics caricaturizara alguno de los foros antes referidos, cada vez que uno de sus dibujos hablara de CALIDAD, ésta se escribiría en letras mayúsculas.
Coincido plenamente con la opinión del presidente de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF), Xavier Vallhonrat, en no catalogar a la franquicia como sector, ya que hay franquicias de multitud de sectores, sino en entenderla como un modelo de negocio. Esto hace que al incidir en la definición del término de CALIDAD EN LA FRANQUICIA, debamos mesurar el único denominador común que tienen todas las franquicias, que es la relación franquiciador-franquiciado. El hecho de que incida en este aspecto, no quiere decir que el resto de elementos de cada una de las enseñas no deban tener criterios de calidad, pero éste no es el objeto de este artículo de opinión.
Una vez determinado donde quiero focalizar mi interés, me pregunto: ¿qué herramientas tengo a mi alcance para poder verificar interna y externamente todos los aspectos que inciden en la relación franquiciador-franquiciado? ¿Son estas herramientas suficientes? ¿Analizan estas herramientas todos los criterios que a mi entender son necesarios analizar para verificar la bondad de esta relación? Las respuestas a estas preguntas son negativas. Si que es verdad que existen herramientas como las normas ISO, cuya obtención garantiza que en ese momento se cumplan unos criterios de calidad, pero ninguno de ellos mide específicamente la relación franquiciador-franquiciado. Es por ello, que el desarrollo de una norma específica, que contemple aspectos tan básicos como la marca, la existencia de un saber hacer, y que realmente éste sea transmisible, la asistencia a los franquiciados y el cumplimiento del Código Deontológico de la Franquicia entre otros, es la única manera fiable de poder verificar aspectos de suma importancia para la franquicia.
Marcar la diferencia Es evidente que la falta de control sobre los elementos antes mencionados da como fruto el desarrollo de redes de franquicia inestables, y que tienen todos los números para que en un momento u otro acaben dilucidando sus problemas con los franquiciados, en un contencioso que no sólo perjudica a los afectados directamente, sino que está siendo causa de una percepción negativa de la franquicia por parte de algunos sectores económicos.
Por eso, es de vital importancia que el desarrollo de este SELLO DE CALIDAD DE LA FRANQUCIA surja de la misma franquicia, y la iniciativa que han tomado la AEF y el CEF (Círculo Empresarial de Franquicia)me parece la forma más correcta de acometer su concepción. Dicha herramienta no debe ser propiedad de nadie , sino que debe imponerse un necesario carácter público, pudiendo ser verificable por cualquier entidad de certificación acreditada por ENAC.
Ya se ha corrido camino en este sentido, y debemos insistir par que sin prisa pero sin pausa se continúe trabajando en una herramienta de autocontrol para los franquiciadores, que permitirá a muchos marcar la diferencia en calidad, porque aunque su obtención tendría carácter voluntario no les quepa la menor duda que muchos como yo no vamos a tardar nada en empezar los diferentes procesos para su obtención.
Ricardo Rodríguez,
Consejero delegado de Jamaica Coffee Shop